Ocurre a veces que la vida nos pone frente a escenarios impensados, que desafían nuestra cotidianidad y nos obligan a detenernos.
Si echamos la vista atrás, se concentran en un corto periodo de tiempo, momentos históricos sobre los que hemos reflexionado con nuestros alumnos y merece la pena recordar: COVID (2019); Erupción del volcán de la Palma y Filomena (2021); Guerra de Ucrania (2022); los destrozos de la DANA (2024); La vuelta al poder de Donald Trump y la muerte del Papa Francisco (2025).
Se suma a esta corta pero intensa lista, otro momento histórico que vivimos hace tan solo dos días, cuando conocimos fuera de las pantallas del cine o la televisión, lo que es un «cero energético».
Un parón con mayúsculas que puso en jaque a un país y donde sucedieron muchas cosas: personas atrapadas en ascensores, trenes, grúas, tratamientos oncológicos pospuestos, colas eternas en supermercados, paradas de taxis y autobuses colapsadas, móviles y ordenadores sin batería que nos «desconectaron» del mundo… Pero resulta que el mundo es esto también: el colapso energético; el trabajo incansable de los periodistas; los gabinetes de crisis; las madres y padres que improvisan la comida para sus hijos; las múltiples intervenciones de bomberos o policías; los vecinos que te prestan dinero en efectivo porque no puedes pagar la gasolina del coche…
Hemos sido espectadores y protagonistas de todo lo anterior, pero con una variable menos: durante horas, no hemos recibido los numerosos inputs de distracción a los que parecemos estar acostumbrados ya. El «ruido» cesó por unas horas y esto, nos permitió aflojar el acelerador y pensar una vez más:
- ¿Cuál es nuestra actitud frente a lo que ocurre?
- ¿Recibimos o buscamos la información?
- ¿Creemos o cuestionamos?
- ¿Reconozco mi yo ante una situación de esta magnitud?
- ¿Cómo reacciono al vivir la falta de control?
- ¿Soy verdaderamente consciente de la necesidad del otro?
- ¿Este suceso será una anécdota en mi vida o en la de otros?
Mirar la realidad, es la mejor forma para responder a estas y otras cuestiones vitales y preparar a nuestros niños y jóvenes en su desarrollo como personas sólidas, justas, con pensamiento propio y conscientes de su papel en el mundo.
¡Seguimos caminando juntos!